MELINCUE, Argentina
"Gracias Melincué por haberlos cuidado", reza una placa colocada este sábado en el cementerio del pueblo que cobijó 34 años sin conocer sus nombres los restos de Yves Domergue y Cristina Cialceta, un francés y una mexicana desaparecidos en la dictadura argentina.
Plaque commémorative
La placa de cerámica quedará para siempre sobre un pequeño altar colocado en el ingreso del cementerio de Melincué, en homenaje a este pueblo rural de 2.400 habitantes, 340 km al noroeste de Buenos Aires, donde estuvieron enterrados los cuerpos desde el 29 de septiembre de 1976.
"Alivio, eso es lo que siento", dijo a la AFP un emocionado Jean Domergue, el padre de Yves, de 80 años, venido desde Francia y como atornillado al piso frente a la placa, rodeado de desconocidos que lo abrazaban y saludaban afectuosos en un frío pero soleado mediodía del invierno austral.
Al lado de Jean estaban tres de sus nueve hijos, Eric, François y Brigitte, los dos últimos también llegados de Francia, y sus tres nietos argentinos, Ana, Daniel y Pablo, además de dos primas de Cristina.
Al caer la tarde y con la presencia de María Elena Marull, la mamá de Cristina, de 88 años, los homenajes culminaron en Rosario, a 120 km de Melincué, cuando la familia arrojó las cenizas unidas de la pareja y plantaron en su nombre un árbol timbú, una especie autóctona, en el Bosque de la Memoria.
En Rosario, 310 km al norte de Buenos Aires y cuna de Ernesto 'Che' Guevara, donde Cristina, nacida en México, vivía con su mamá argentina, la pareja fue secuestrada en 1976, cuando Yves tenía 22 y su novia 20.
Desde entonces sus familiares los buscaron infructuosamente, pero ellos habían sido enterrados sin identificar en Melincué, uno al lado del otro, en dos tumbas cuidadas por manos anónimas que nunca dejaron de ponerle flores.
Un trabajo escolar impulsado en 2003 por la profesora de Etica Ciudadana, Juliana Cagrandi, permitió descubrir las historias de esos dos jóvenes que habían sido encontrados acribillados a balazos y con señales de tortura por Agustín Buitrón, dueño de un campo cercano antes de ser inhumados.
"Ojalá mi papá hubiera estado aquí", le dijo emocionada Beatriz Buitrón, de 69 años, hija del hombre, ya fallecido, que halló los cuerpos a la vera de una ruta rural, al encontrarse por primera vez con Jean Domergue.
"Hemos venido a decirles que valió la pena. Promoción 2003", se leía poco después en un pasacalle colocado en la puerta del colegio secundario del pueblo, cuyos alumnos generaron aquel informe clave.
En el patio cerrado del colegio, unas 300 personas se emocionaron con un video familiar con imágenes del pequeño y del joven Yves, y lagrimearon con un poema escrito por Eric, 54 años, el único de los nueve hermanos que sigue viviendo en Argentina, de donde la familia había regresado a Francia en 1974.
"Es un día emocionante, en lo personal. Un día de alegría y de amargura a la vez. Y de esperanza para las otras familias que siguen buscando (a sus desaparecidos) desde hace 30 años", dijo a la AFP el embajador de Francia, Jean-Pierre Asvazadourian, presente en las ceremonias junto al gobernador de la provincia de Santa Fe (centro-oeste), Hermes Binner.
Yves Domergue es uno de los 18 desaparecidos de origen francés, y uno de los dos de esa nacionalidad cuyos restos fueron recuperados e identificados por el trabajo del Equipo de Antropología Forense.
Los restos de la monja Léonie Duquet, secuestrada en diciembre de 1977 e identificados en 2005, reposan en Buenos Aires en la Iglesia de la Santa Cruz, donde el domingo se realizará una ceremonia religiosa en homenaje a Yves y Cristina.
Unas 30.000 personas desaparecieron durante la dictadura (1976/83) en Argentina, según organismos humanitarios.
7 Ago 2010
Liliana Samuel (AFP)
